martes, 9 de junio de 2009

Nativos y policías: ¿Encrucijada trágica?

Por: Eliana Pérez Barrenechea
Comunicadora social
Trujillo. Los acontecimientos ocurridos durante estos meses en la selva norte no nos quitan el sueño y es que son “sus” problemas, con estar enterados de lo que pasa ya es bastante para nosotros los que vivimos, como el resto del país, indiferentes ante la problemática de las siempre invisibles comunidades nativas.
Indiferencia y una conciencia a-crítica son suficientes para que un gobierno que marcha de espalda a los intereses de la mayoría de peruanos imponga plomo y represión para aplacar un reclamo social que no es ni espontáneo ni sin fundamentos, un reclamo que no se ha querido atender a tiempo por la arbitrariedad demostrada desde el poder ejecutivo, con la complicidad subalterna de parlamentarios de adherencia palaciega.
Mancharon de sangre sus manos todos aquellos que tuvieron la oportunidad de actuar evitando esta tragedia que nos duele. El reparto de culpas, en estas circunstancias, ante los ojos del pueblo peruano y la opinión pública internacional, es un mecanismo insostenible. El quehacer parlamentario cae irremediablemente en el pozo profundo del desprecio público; y el curso autoritario y represivo del gobierno para sostener su orientación neoliberal, fractura sus tibios ensayos de acercamiento con los más amplios sectores de la colectividad, sepultando sus aspiraciones continuistas en el horizonte político del 2011.
Mal hacen la ministra del interior y algunos otros agentes de gobierno en presentar la situación como un enfrentamiento entre policías y nativos, con un discurso de oficio en el sistema de medios de información, cuando en realidad, responde al carácter de un gobierno cada vez más claramente impositivo y represor. Policías y nativos son sangre del mismo cuerpo, sometidos a la acción de los intermediarios de turno desesperados por mostrarse “eficientistas” en la administración de intereses del capitalismo internacional.
La demagogia no es suficiente… hay una presión social creciente, no porque haya “extremistas” sino porque hay injusticia. Reprimir no es asegurar el orden ni procurar una situación de paz para los peruanos, es aplicar la intemperancia para atender y ampliar la expectativa inversora y las tasas de ganancia en las nuevas lógicas del mercado, conducidas por el monopolio internacional interesado en las perspectivas petroleras, gasíferas, madereras. Los nativos pobres y los pobres policías, mal remunerados, son el insumo trágico de estas apetencias.

No hay comentarios: