martes, 9 de junio de 2009

Alberto Fuguet: "Su meta de Tinta Roja es que la gente no estudie periodismo"


Por Carlos García



Alberto Fuguet es periodista, escritor, cinépata y cineasta. Entre sus creaciones encontramos Tinta Roja; Por Favor, rebobinar; Apuntes Autistas y Mi cuerpo es una celda. Su primera película se llama Se Arrienda y amenaza con rodar una segunda en Iquitos. Fuguet es periodista de profesión, pero escritor por vocación así que quién mejor que él para responder a las dudas de un joven periodista sobre ambos temas. Luego de un intercambio de correspondencia vía Gmail, transcribo las palabras que Alberto me mandará vía mail con la respuesta a mis preguntas:
Ok. Entre viajes, aviones, horarios cambiados, aquí van las preguntas extras. Espero que te sirva. Toda la suerte y gracias a ti x el interés.Eso. Salu2. Alberto F.
¿Por qué Alberto Fuguet decide estudiar periodismo?
Por dos motivos, creo. Uno porque era lo más parecido a cine/comunicaciones que había en el país en esa época. Esto es en los ochenta: Pinochet y pre-globalización. Habían cerrado las escuelas de comunicaciones, era casi una carrera tabú. También estudié porque pensé que podía ser divertido ser reportero de guerra pero, la verdad, pensé que el camino a la legitimidad como crítico de cine sería el periodismo. No ingresé pensando matar el tiempo mientras me transformaba en escritor. Se me ocurrió que podía escribir estando en la Escuela.
Tanto el periodista como el escritor ¿sienten una necesidad por escribir? ¿Ambos viven buscando contar historias?
Supongo. O mejor: no sé. Creo que los periodistas puros están más interesados en golpear, en el dato, en ser el primero. Creo que al periodista lo mueve la nariz, el olfato; el escritor trabaja más con la memoria. Creo que ambos tienen cosas en común pero creo que son más las diferencias. Otra cosa es que muchos escritores están en la prensa, como columnistas o cronistas. Igual cansa escribir tanto y es una relación tan provechosa como peligrosa. El verdadero peligro es el periodista-escritor que opina, el columnista de batalla. Lo que pasa con ellos es que uno siente que no necesita leerlos pues ya sabe qué opinan de la vida. Fíjate: son pocos los escritores americanos que escriben en la prensa. Por algo será.
¿Envidia un escritor el público que tiene un periodista? O ¿qué le envidia uno al otro?
No, al menos no yo. Un periodista tiene, claro, mucho público. Además, depende de qué tipo de periodista: el de la TV, el de radio, el de una revista especializada. El periodista sabe que alguien lo leerá. Un escritor no. Pero te confieso que yo sé que tengo unos lectores. No sé quiénes son pero sé que tengo un grupo. No son fans ni nada, pero son algo así como aliados y a ellos les escribo o, al menos, pienso que quizás me lean cuando escribo o publico. Ya no me interesa llegar a todos, ni menos llegar a los que no me quieren leer. No me siento particularmente envidioso. Me interesa más ser escritor-cineasta que periodista. Ahora bien, esto de periodista creo que ya no vale. ¿Qué es un blogger? De alguna manera es un cronista que tiene un público reducido u homogéneo. Algo así. Creo.
Más allá del gusto personal que puedas tener por Tinta Roja, ¿crees que se le pueda considerar una guía de periodismo?
Me cae bien Tinta roja, le tengo afecto. No sé si es una guía, quizás. O es un retrato de una etapa que pasó. Sí te confieso que TR fue hecha pensando que quizás algún día se leyera en las escuelas de periodismo. Pero en los recreos. La escribí pensando en el alumno que fui. Creo que si TR es algo, es una no-guía. Su meta es que la gente NO estudie periodismo.
Citando a Faúndez. Si el periodismo se aprende en la calle, ¿dónde se aprende a escribir? O, en todo caso, ¿dónde se aprende a ser escritor?
En familia. Recordando. Se aprende siendo capaz de arriesgarlo todo. Se aprende, creo, leyendo y frente al computador. No se aprende en la calle, lo que no implica que un escritor necesite prescindir de la calle. La calle es clave tal como lo es la biblioteca. Pero los dos extremos son extremos y conducen a problemas.

En tus libros siento un estilo propio de la crónica periodística, quizá no en todos pero si en una mayoría significativa. ¿Un periodista no abandona del todo sus orígenes?
Quizás es lo que yo llamo el componente REALISMO o mi intento de captar el zeitgeist o signos de los tiempos. Supongo que uno nunca abandona nada y, por lo tanto, siempre llevaré el periodismo o la mirada periodística conmigo. Espero que eso no sea malo. Pero nada: si lo es, qué le voy a hacer. Uno escribe con todos los pros y los contras de uno.
Alfonso Fernández es un tipo sacado de ti. Pero en Por favor, rebobinar aparecen otros periodistas, más lights que Fernández y ‘El Clamor’, ¿cómo construir estos personajes?
Todos los personajes se construyen igual, sean o no sean periodistas. Todos, supongo, tienen algo mío. Pero, más importante, se componen de elementos o características que me interesan. Creo que es extremadamente complicado escribir de aquello que no te interesa y aún más crear personajes con los cuales no podrías empatizar o pasar un buen rato juntos. Tus personajes los tienes que querer o, al menos, entender.
¿Dirías que el periodismo y la literatura son primos, hermanos o buenos amigos?
Primos que no se ven pero que tienen sangre en común y muchas anécdotas compartidas.

En Apuntes Autistas narras el encuentro con Richard Price y cómo este te dice que al tener un personaje tienes una historia. ¿Pasa lo mismo con el periodismo?
Concuerdo con Price. Para mí todo es el personaje, sobre todo ahora que quiero hacer cine. No creo que suceda lo mismo con el periodismo. Lo importante creo, es la verdad. Y el periodismo cultural o la crónica es otra cosa pero tampoco creo que se base en un personaje. A veces sí pero en el periodismo es clave el ángulo, la mirada, la información o la opinión.
¿Sentiste que volvías a hacer una investigación periodística mientras recolectabas la información sobre Caicedo para Mi cuerpo es una celda?
Algo. Me sentí más como un psicólogo o un pariente que quiere entender por qué pasó lo que pasó. Con Caicedo estaba claro que sabía el final. Creo que toda investigación te hace sentir un detective. Un detective salvaje. Y lo que quería era averiguar por qué pasó lo que pasó. Creo que, dentro de todo, pude intuir qué sucedió y por qué. Caicedo dejó de ser el mito, el rockero drogo y apareció un tipo mucho más frágil y tímido que no sabía otra cosa más que escribir, aunque no necesariamente narrar.
¿Extraña Fuguet hacer periodismo? ¿Por qué?
No, porque sigo ligado. Ahora mismo debo dos artículos de viajes. Lo que extraño es la vida creativa “pura”. Tengo ganas de dejar el periodismo (a pesar que hago poco). Quiero darme un par de años de vago y dedicarme a escribir, filmar o leer.
¿Lees diarios? ¿Qué sección lees? ¿Por qué?
Sí, leo, más diarios online como La Tercera y El Mercurio, en Chile. Trozos. Leo espectáculos y cultura primero, siempre. Leo bastante The New York Times, sus críticos son insuperables así como la parte literaria. No soy adicto a El País. Sí entro a blogs, me informo bastante vía Moleskine de Thays.
¿Qué nunca leerías?
Más que decir nunca, no me obligo a leer por culpa o porque corresponde o porque está de moda o porque todos lo están leyendo. Leo a mi manera y si no me gusta, lo dejo.
¿Qué le recomendarías leer a los periodistas que quieren ser escritores o tiene curiosidad por la literatura?
A aquellos que quieren ser escritores, creo que les recomiendo leer y leer, pero leer por placer. No soy bueno a la hora de recomendar-aconsejar ni menos a la hora de hacer listas. Creo que un tipo que desea ser escritor y no lee es sospechoso. No digo que tenga que leerlo todo, cada libro del mundo, pero siempre debe estar leyendo o con ganas de leer.
Antes de finalizar. Hay gente entusiasmada con tus ganas de filmar en Iquitos una película, pero también hay personas que esperan con ansias la versión gráfica de Perdido. ¿Cuáles son los nuevos proyectos que tienes?
Lo de Iquitos es un proyecto con luz amarilla, es decir, puede que resulte, en eso estoy y estamos, y me parece un gran desafío. Iquitos me dejó convencido que puede dar para una película. Ahora estoy tratando de escribir el guión y armar el personaje que eventualmente sudaría en la selva. Perdido casi se perdió; no será una película pero como dices, será una novela gráfica donde lo visual será clave. Le tengo mucha fe al dibujante. Siempre creí en esa historia y en ese personaje: Agustín Barros. Me parece alucinante y tranquilizador saber que todo ese trabajo no se perderá sino que capaz hasta gane. Perdido es un libro programado para el 2010. En octubre sale Missing, mi nuevo libro, que es una novela de no ficción o quizás es una novela, no más.

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