sábado, 29 de noviembre de 2008

UN CANTO A LA PAZ SE VIVIÓ EN TRUJILLO


TRUJILLO. Una noche de ensueño se vivió el miércoles por la noche, en el coliseo de la I.E.P. Claretiano: Las orquestas sinfónicas de Loja (Ecuador) y Trujillo hicieron vibrar sus instrumentos musicales y cautivaron al auditorio, que se dieron cita al mencionado anfiteatro educativo. Los 110 profesionales del arte musical, deleitarán deleitar, por última vez, los exigentes oídos musicales de los trujillanos, hoy viernes, desde las 7:00 de la noche, en la Basílica Catedral.
Los profesionales, guiados sus respectivos directores de orquesta, ofrecieron al público, un conjunto interpretaciones musicales clásicas de autores ecuatorianos y peruanos en versión sinfónica. Estas son: alma, corazón y vida (peruana), el Plebeyo (peruana), Vasijas de barro (ecuatoriana), el Cóndor Pasa (peruano, muy ovacionado por el respetable), Vírgenes del Sol (peruana), entre otros.
El Arzobispado Metropolitano de Trujillo, el INC, y el Patronato por Trujillo, reiteran la cordial invitación al concierto de gala y exhortar al público trujillano apoyar económicamente en la restauración completa del Santuario del "Señor de Huamán."
"Definitivamente del viernes (hoy), será una bello espectáculo de fina expresión sinfónica. Trujillo es la ciudad de la cultura y esperamos que ese aprecio por el patrimonio motive al deseo de recuperar nuestro patrimonio, colaborando en el financiamiento que demanda la restauración del "Señor de Huamán", dijo el Vicario General, Mons. Ricardo Angulo.
Ambas orquestas nos regalarán lo mejor de su arte musical; por eso, no perdamos esta magnifica oportunidad de deleitarnos con la música instrumental peruano-ecuatoriana, y demostrar que el arte es el patrimonio cultural que nos identifica y distingue como pueblo culto en el contexto nacional.
Este espectáculo, se adhiere a la conmemoración de los 10 años de afianzamiento de relaciones bilaterales, que enmarcó el acuerdo de paz entre Perú y Ecuador, suscrito el 26 de octubre de 1998, con la firma del Acta de Brasilia, que zanjó las disputas territoriales de más de medio siglo, afirmando la paz entre nuestros países. La Iglesia no es ajena a estos acontecimientos y, siguiendo el mandato del Señor Jesucristo, siempre fomentará la paz en el mundo.

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