Por José Cedeño
El Poder Judicial y el Congreso no sólo son las dos instituciones MÁS desprestigiadas, sino que, o se esfuerzan por serlo aun más o simplemente les interesa un comino lo que la población opine de ellos (conchudos se dice en estos casos). Cuando era inminente que la congresista Rocío Gonzáles sería desaforada por su condena, ésta fue anulada por un tremendo juez que trató de evitar la absoluta sanción; un juez, colega de aquél Barreto que congelaba la apertura de las PC del “faenón”, reservando ese derecho ¡¡sólo a él, el acusado y los abogados de éste!!; colegas también de aquellos que liberan narcos, homicidas connotados, violadores de niñas, corruptos, entre otros delincuentes que logran su absurda libertad “por exceso de carcelería”. Cuando hablamos de JUSTICIA en Perú, hablamos de un tema que se compra o se vende al mejor postor, sea éste un acaudalado delincuente del marginal lumpen o de aquellos de saco y corbata, protegidos éstos por la coraza de un partido político. Por analogía se me ocurre que alguien dijo alguna vez “si matas una o dos personas, eres asesino, pero si matas 100 o más, eres un héroe”, y me acuerdo de Pizarro, de Cortés, de Hitler, de Pinochet, de Fujimori y de una serie de asesinos que AUN TIENEN SEGUIDORES.
No acababa aun el escándalo cuando el Décimo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima absolvía a Juan Carlos Cuadros Noriega, ex empleado ‘fantasma’ de Tula Benites Vásquez. Pese a que Juan Carlos Noriega cobró sin trabajar, el ente judicial señala que no le ocasionó “perjuicio económico al Congreso”. De este modo se confirma la maniobra judicial para facilitar retorno de la congresista aprista. Ahora, el aprismo, innegable nido de connotadas ratas (con muy escasas y honrosas excepciones), pretende convertir al Congrezoo en, también, un nido de condenados personajes con el auxilio de su aliado el fujimorato, cual hermanos putativos de la más corrupta -y carente de valores- clase política habida en la historia de nuestro sufrido país. A Elsa Canchaya, no aprista, la desaforaron de inmediato por la misma presunción de delito, pero a la sobrina del ex presidente del Poder Judicial, Vásquez Vejarano –connotado ex militante aprista-, la defendieron el Presidente de la República, el entonces presidente del Parlamento, también Del Castillo, a la sazón presidente del Consejo de Ministros y toda esa laya de personajes que de algún modo también están comprometidos en las declaraciones e insinuaciones del PROBADO corrupto cabeza del “faenón”, aquél que amenazó directa y subliminalmente con aquello del “techo de vidrio”a los líderes apristas si éstos seguían dizque ensuciándolo. Hay sectores apristas, bases que desde el llano constituyen la poca reserva moral que tiene el añoso partido y que tapándose la nariz tratan de apartarse de ese nauseabundo organismo en el que se convierte dicha organización. Hoy, escuchamos voces que piden sancionar con el desaforo a quien delinque, mientras las cúpulas mañosamente modifican el Reglamento del antro parlamentario para lograr la impunidad.
Mientras ello sucede, y evidentemente por presión política del más alto nivel (¿Sampietri?), la Sala Penal Nacional presidida por Clotilde Cavero absolvió a cuatro militares encabezados por el Gral. (r) Petronio Fernández Dávila, acusado de tortura, muerte y desaparición forzosa del campesino Constantino Saavedra, Los cabitos, 1990. Las “joyas” de los jueces de estas TREMENDAS CORTES son muchas…..¿una más? Sí, el tráfico de influencias se hace evidente en incontables casos. El caso de don Antonio Pajares Paredes, actual presidente del Poder Judicial, “recomendando a empresarios cajamarquinos que den trabajo a su yerno, entregándoles tarjetas escritas con puño y letra de él, es, por demás PATÉTICO.
Por estas razones es que nos preguntamos, con el más terrible de los corajes: ¡¿Quién detiene esto?! La respuesta es una sola y debe ser contundente: EL PUEBLO ESCLARECIDO, y para eso, la prensa independiente, valiente, sin compromisos dolosos, juega un papel FUNDAMENTAL. Esto debe ser motivo de relevancia para quienes ejercen este imprescindible oficio con verdadera vocación.
Debemos hacer docencia en ética, debemos mostrar decencia en nuestros actos, debemos dirigirnos al ciudadano de a pie para difundir estas atrocidades por parte de aquellos que conducen al país, la muy desprestigiada clase política.
No acababa aun el escándalo cuando el Décimo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima absolvía a Juan Carlos Cuadros Noriega, ex empleado ‘fantasma’ de Tula Benites Vásquez. Pese a que Juan Carlos Noriega cobró sin trabajar, el ente judicial señala que no le ocasionó “perjuicio económico al Congreso”. De este modo se confirma la maniobra judicial para facilitar retorno de la congresista aprista. Ahora, el aprismo, innegable nido de connotadas ratas (con muy escasas y honrosas excepciones), pretende convertir al Congrezoo en, también, un nido de condenados personajes con el auxilio de su aliado el fujimorato, cual hermanos putativos de la más corrupta -y carente de valores- clase política habida en la historia de nuestro sufrido país. A Elsa Canchaya, no aprista, la desaforaron de inmediato por la misma presunción de delito, pero a la sobrina del ex presidente del Poder Judicial, Vásquez Vejarano –connotado ex militante aprista-, la defendieron el Presidente de la República, el entonces presidente del Parlamento, también Del Castillo, a la sazón presidente del Consejo de Ministros y toda esa laya de personajes que de algún modo también están comprometidos en las declaraciones e insinuaciones del PROBADO corrupto cabeza del “faenón”, aquél que amenazó directa y subliminalmente con aquello del “techo de vidrio”a los líderes apristas si éstos seguían dizque ensuciándolo. Hay sectores apristas, bases que desde el llano constituyen la poca reserva moral que tiene el añoso partido y que tapándose la nariz tratan de apartarse de ese nauseabundo organismo en el que se convierte dicha organización. Hoy, escuchamos voces que piden sancionar con el desaforo a quien delinque, mientras las cúpulas mañosamente modifican el Reglamento del antro parlamentario para lograr la impunidad.
Mientras ello sucede, y evidentemente por presión política del más alto nivel (¿Sampietri?), la Sala Penal Nacional presidida por Clotilde Cavero absolvió a cuatro militares encabezados por el Gral. (r) Petronio Fernández Dávila, acusado de tortura, muerte y desaparición forzosa del campesino Constantino Saavedra, Los cabitos, 1990. Las “joyas” de los jueces de estas TREMENDAS CORTES son muchas…..¿una más? Sí, el tráfico de influencias se hace evidente en incontables casos. El caso de don Antonio Pajares Paredes, actual presidente del Poder Judicial, “recomendando a empresarios cajamarquinos que den trabajo a su yerno, entregándoles tarjetas escritas con puño y letra de él, es, por demás PATÉTICO.
Por estas razones es que nos preguntamos, con el más terrible de los corajes: ¡¿Quién detiene esto?! La respuesta es una sola y debe ser contundente: EL PUEBLO ESCLARECIDO, y para eso, la prensa independiente, valiente, sin compromisos dolosos, juega un papel FUNDAMENTAL. Esto debe ser motivo de relevancia para quienes ejercen este imprescindible oficio con verdadera vocación.
Debemos hacer docencia en ética, debemos mostrar decencia en nuestros actos, debemos dirigirnos al ciudadano de a pie para difundir estas atrocidades por parte de aquellos que conducen al país, la muy desprestigiada clase política.
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