lunes, 12 de octubre de 2009

“Faltan más crónicas sobre el poder y los poderosos” (Entrevista del Centro Knight a Juanita León)




Cronista y editora multimedia, la colombiana Juanita León piensa que los periodistas servimos para "dejar constancia de que algo sucedió" y —en casos de conflictos como el de su país— registrar el dolor de las víctimas. Como periodista, León ha narrado el conflicto colombiano desde las voces de los ciudadanos de a pie en sus libros No somos machos pero somos muchos (2004) y País de plomo (2006). Ahora, dirige La Silla Vacía, un medio online que busca describir y analizar “cómo se ejerce el poder en Colombia”.


Por Paul Alonso


¿Cómo se combina el espíritu analítico de la Silla Vacía con la investigación y la cobertura de noticias diarias?
Creo que la investigación periodística si es buena debe ser analítica. Lo importante es que el análisis se derive de la reportería y no de los prejuicios de los periodistas, como sucede a veces. En La Silla Vacía cubrimos la coyuntura noticiosa, pero no desde el ángulo del suceso sino narrando los contextos, que es en últimas la mejor narración para la web.
¿Cómo contrasta este medio digital con la prensa tradicional colombiana y cómo se diferencia de esta? Es decir, ¿cuál es su aporte y por qué son importantes este tipo de medios en la Colombia de hoy?
El aporte de La Silla Vacía es a varios niveles. Por un lado, desconcentra el monopolio de la información. En Colombia existen muy pocos medios y en aún menos manos. En medio de esta concentración de medios en unas pocas familias y conglomerados económicos, una propuesta como La Silla Vacía ofrece otro punto de vista, nueva información y amplia la agenda informativa. Por otro, aporta una narrativa que es nativa a la web. No sentimos la necesidad de pasar contenidos del impreso, ni tenemos la nostalgia por el texto. Estamos innovando formas de narrar en la web, con cubrimientos en vivo via Twitter, con gráficos, con números, etcétera. Por último, aportamos voces nuevas al debate. Nuestros blogueros aportan información de calidad escrita por nuevas generaciones, por gente que no existía en los medios antes.
En País de plomo, tu último libro, narras el conflicto de la violencia en Colombia desde el punto de vista del pueblo que lo padece, los anónimos, y el temor cotidiano. ¿Cómo es el proceso de investigación para poder narrar e interpretar esos miedos?
Exige varias horas de reportería con la gente que los padece. Implica tratar de ponerse en sus zapatos, de intentar sentir el terror que sintieron. Es imposible hacerlo, pero el solo intentar ayuda.
Escribiste sobre el libro: “A medida que cubría el conflicto armado, era más consciente de la información que dejaba por fuera de mis textos. No por mala fe, o porque un editor me lo exigiera, sino porque no basta con saber algo, toca probarlo… Este libro busca expiar esa culpa”. ¿Cuán importantes son los detalles improbables (rumores, comentarios, percepciones, sensaciones, etcétera) para contar la historia de un país?
Como dicen, el diablo está en los detalles. Son los pequeños detalles, las preguntas chiquitas, las que permiten dilucidar la verdadera historia. Hay que llevar a las fuentes a convertir sus adjetivos en sustantivos, a traducir sus opiniones en anécdotas concretas. Hay que ir a los sitios para ver y para oir y para sentir. Nada de eso se logra detrás de un escritorio. No se puede escribir una buena crónica si la reportería se hace de afán.
¿Cuál crees que es el rol del periodismo en el momento actual de la violencia en Colombia?
A veces siento que para lo que verdaderamente servimos los periodistas es para dejar constancia de que algo sucedió. A las víctimas también les ayuda que alguien reconozca y registre su dolor, que alguien crea que no están locos, que no se inventaron el horror.

¿Cuáles crees que son los mayores retos de los nuevos cronistas colombianos?Los cronistas colombianos tenemos la sombra de García Márquez, queremos imitarlo sin tener una fracción de su talento. A veces los cronistas tratan de reemplazar su falta de reportería con giros literarios. Yo creo que hay demasiadas crónicas sobre temas inocuos —los viejos de más de cien años— y sobre los desvalidos. Nos hace falta hacer más crónicas sobre el poder y los poderosos.
Como escritora de no ficción y periodista multimedia, ¿cuál crees que es el futuro de la crónica y el periodismo narrativo en la era digital?
Creo que el cronista del futuro se tiene que parecer más a un artista: debe apuntar a crear experiencias únicas para sus usuarios. Como los cronistas viejos, debe llevarlo a ocupar durante unos minutos o unas horas la vida de otro. La diferencia es que no lo hará sólo con palabras. Lo hará con las herramientas interactivas que ofrece la web: con software 3d que le permitirán recrear en mundos virtuales el mundo reportado, con videos en vivo, con la posibilidad que los usuarios interactúen directamente con las fuentes. Será muy emocionante, tanto o más de lo que es hoy.

No hay comentarios: